Akakor: la ciudad perdida de la Amazonía
La selva amazónica permanece una de las regiones del mundo más inaccesibles y más inhospitalarias que sean. Continente en el continente, la cuenca amazónica representa él solamente una superficie igual a nueve veces la de Francia. La selva se incluye en gran parte dentro de Brasil, pero extensas zonas cubren también los territorios del Perú, de la Bolivia, del Ecuador, de la Colombia, del Venezuela, del Surinam, y de las dos Guyanes. Ellas permanecen generalmente el la menos conocida y menos accesibles de la cuenca del Amazonas. Es en este mundo indeterminado, maravillosamente descrito para Fawcett, que se sienta la historia extraña de Akakor…
¿ Verdad o mentira ?
El 3 de marzo de 1972, un periodista alemán de la A.R.D., la televisión pública alemana, Karl Brugger, a esta epoca correspondiendo en Río, encontró en una sórdida taberna de Manaus, la Graças a Deus, un jefe indio nombrado Tatunca Nara, supuestamente «príncipe de Akakor». El comandante de una compañía brasileña había arreglado el encuentro de guardabosques, amigo del periodista, y persuadido de que la historia por ello indio no faltaría retener su interés. Brugger preguntó pues a Tatunca Nara varias horas y registró incluso todas sus conversaciones. Más tarde, se insertó con él en la selva, sobre los rastros de una misteriosa ciudad secreta : la ciudad de Akakor. El Alemán dijo su historia en un libro, titulado «Die Chronik von Akakor. Mythos und Legende eines Amazonischen Volkes «, esté en español » La Crónica de Akakor. Mito y Leyenda de un pueblo antiguo de Amazonia «. Esta obra sigue siendo imposible de encontrar en España o en Sudamerica…
Brugger presente Tatunca Nara como un Indio de una bastante grande estatura, al largo cabello negro y a la cara sutilmente dibujada. Era un mestizo. Llevaba una camisa abigarrada cuando encontró a Brugger para la primera vez. Un regalo de funcionarios del ejército brasileño. Tenía a su tamaño una corta túnica de cuero, en la cual figuraba el emblema de Akakor.
En malo alemán, Tatunca Nara dijo a Brugger la asombrosa historia del pueblo de Ugha Mongulala, «un pueblo elegido para los dioses», he aquí quince mil de años. Mantuvo su relato hasta el final, el cual se inscribía en un libro consagrado : la Crónica de Akakor. La obra, escrito por los escribas de su nación, se redactaba en la escritura de sus antepasados : el quechua, el cual, aseguraba, incluía mil de cuatro ciento símbolos, cada uno revistiendo varios sentidos, según sus secuencias gramaticales. El pueblo de los Incas, que hablaba también el quechua, desde hace tiempo había perdido «la escritura de los dioses», pero sus tradiciones habían conservado el alejado recuerdo.
Un Libro consagrado
La «Crónica de Akakor» comenzaba su relato por un Año Cero, correspondiendo al año 10481 antes de la era cristiana. Se caracterizó para la salida de Ugha Mongulala «de los Grandes Maestros Iniciadores», hacia el país de sus orígenes.
Estos Grandes Maestros aportaron a la humanidad las luces del Conocimiento. Fundaron a un nuevo pueblo y elaboraron tres grandes ciudades de piedra : Akanis, Akakor y Akahim. Los nombres indican el orden de su edificación : «aka» significa «fortaleza» y «kor», «dos». La primera ciudad, Akanis, se construyó «sobre una estrecha lengua de tierra, cerca del país de México, en un lugar donde se enfrentaban dos océanos». ¿ El istmo de Panamá ? Akahim, la tercera ciudad, no se menciona en la Crónica antes del año 7315 delantero. J.C. Pero su historia se vinculó mucho con la de Akakor.
Akakor, capital de un imperio desaparecido, y otras ciudades perdidas…
La ciudad de Akakor, según el testimonio de Tatunca Nara recogido por Karl Brugger
«Estas ciudades fueron muy destruidas en la primera Gran Catástrofe, que ocurrió trece años después de la salida de los dioses.»
Pero citados otros, construidos por los Antiguos Amos, sobrevivieron a esta conflagración : Salazare, sobre el curso superior del Amazonas, Tiahuanaco, cerca del lago Titicaca, y Manoa, en los altos llanos del sur. Eran sobre todo las residencias de los dioses, compuestas de elevados templos a su gloria en torno a una pirámide.
«De estas ciudades consagradas,» dice Tatunca Nara, «solo vivo de mis ojos Salazare.» Ella es a ocho días de marcha de la ciudad que los Bárbaros blancos llaman a Manaus, sobre un afluente del Gran Rio. Sus palacios y sus templos son enterrados por la selva. Sólo la cumbre de la gran pirámide surge aún sobre la selva.»
¿ Ciudades subterráneas en la Cordillera de los Andes ?
No lejos de la antigüedad citado se ocultaba aún una serie de viviendas subterráneas.»Existe trece ciudades profundamente ocultadas en la Cordillera de los Andes,» afirma en efecto Tatunca Nara. Del Gran Templo solar de Akakor, distintos accesos dando sobre profundos túneles conducían a una ciudad subterránea y a otras ciudades. Estos túneles eran suficientemente amplios para permitir a cinco hombres ir de frente, y tan extensos que varios días de marcha eran necesarios para conectar una ciudad al otro.