"Antes vivíamos de la carne del monte, ahora ya no hay animales" Adán Dego de la Comunidad Chorreras en el río Puyo

18.05.2023

En medio de un paisaje natural que debería ser un atractivo turístico, el río Puyo se ha convertido en un verdadero riesgo para la salud pública. Bañarse en sus aguas, a pesar de ser una actividad frecuente entre los turistas que visitan Puyo, implica sumergirse en un entorno contaminado por desechos humanos y animales.

El río, que atraviesa diez parroquias entre urbanas y rurales, actúa como receptor directo de aguas residuales, generando un impacto ambiental severo. Esta situación no es nueva; desde 2009, el Dr. Roberto de la Torre, ex alcalde y médico, alertó sobre los peligros de salud asociados con el contacto con las aguas del Puyo. Enfermedades como gastroenteritis, salmonela, tifoidea y diversas infecciones dérmicas y genitales fueron identificadas como riesgos significativos para quienes se exponen al río contaminado.

A pesar de las advertencias y propuestas recibidas durante su mandato, la administración de De la Torre no logró implementar soluciones efectivas. La situación no solo persistió, sino que empeoró con el tiempo, agravada por un crecimiento urbano descontrolado y decisiones administrativas cuestionables.

El sucesor, el alcalde Oswaldo Zúñiga, tampoco tomó medidas concretas para descontaminar el río. En lugar de invertir en infraestructura vital como plantas de tratamiento de aguas residuales, prefirió destinar recursos a la remodelación del Paseo Turístico, decisiones que reflejan una falta de prioridad hacia la salud pública y el medio ambiente.

Doce años después de las advertencias iniciales, las aguas negras continúan fluyendo impunemente, afectando no solo a los habitantes locales, sino también a las comunidades indígenas que viven en las orillas del río Puyo. Niños kichwas, sin conocimiento de los peligros, se bañan en estas aguas contaminadas, lo que constituye una preocupante violación de derechos humanos y ambientales.

Investigaciones recientes, como la realizada por Jefferson Rodríguez en 2016, confirman que los niveles de coliformes fecales en el río Puyo superan ampliamente los límites seguros para el consumo humano, poniendo en riesgo la salud pública de quienes interactúan con el río diariamente.

A pesar de las promesas vacías de múltiples administraciones municipales, las acciones concretas para remediar esta crisis siguen siendo escasas. Propuestas han sido desechadas y los recursos destinados a proyectos ambiciosos, como el Plan Maestro de Alcantarillado de De la Torre, se desvanecieron en medio de acusaciones de corrupción y falta de transparencia.

Lo que alguna vez fue un atractivo turístico ahora es una advertencia para aquellos que visitan Puyo. Es urgente implementar medidas visibles y efectivas, como señalizaciones claras sobre los peligros del agua contaminada, para proteger la salud de residentes y visitantes por igual.

La comunidad espera que las autoridades del Cantón Pastaza demuestren sensatez, sensibilidad y liderazgo para abordar este desafío ambiental de manera integral. Es tiempo de que la Alcaldía priorice la salud pública y el bienestar ambiental sobre intereses a corto plazo. La restauración del río Puyo no solo es una necesidad, sino una obligación moral y constitucional hacia todos los ciudadanos.