Frío en la Selva (Cartas desde Puyo)

21.05.2022

Perderse es lo más fácil del mundo, encontrarse, escucharse a veces es tortuoso, por decirlo menos, con el pasar de los años ya solo buscas el ardor del tiempo, como si la vida durará minutos.

Atrapaste con la seda de la oruga los quilombos prestados de la Ciénega, que carrera más acuciantes debe ser esa de querer ser importante.

Yo solo pienso en ¿Cómo atraer al duende de la fortuna?, pecar te lleva al infierno, como la doncella quinceañera detrás del jardinero de treinta, que fortuna más esquiva la de ese viejo jinete, mientras la vida sigue inexpugnable, sigue con fría crueldad cociendo las habas de infortunio, aunque seas genio, el cuerpo es una máquina de adicciones imparables, ideas, comida, alcohol, drogas, sexo, da lo mismo si la droga es líquida o gaseosa.

Ser fuerte en este mundo de plástico es de valientes, amarse es la mejor revolución y pensar se convierte en una simple quimera, rondan los agostos en mi cabeza, las luciérnagas espantan a los espíritus del mal.

Rebelde ahora es estar sobrio, revolución es ahora estar limpio, revolucionario es ahora tener una familia y cuidarla.

Perder el equilibrio y decirse poeta es cobardía confortable, vivir respirando hondo, pisando la tierra húmeda de las seis sin esperar nada es cosa de genios.

Vaya y busque primero la paz querido amigo que esos valles de la angustia se pintan los labios de rojo, usan tacones y los focos brillantes también, todo es predecible en ese mundo, los insectos y escarabajos mueren en la luz, como el ingenuo que se deja llevar por el candil del foco a las afueras del desvencijado local de putas, la araña ahí se muere a carcajadas del homo sapiens.

El más inteligente ser del globo a veces es el más imbécil de las especies. Imbécil que detona las bombas en sus propias manos, destrozando sus hábiles dedos artesanos, pudiendo en La Pila vender réplicas de Valdivia, prefiere creerse el sueño tonto del vago narco de las novelas de Netflix.

Algunos apuntan mal su rifle, estallando coches en la esquina de su propia familia, jugando a ser malos en un mundo lleno de hambre e ignorancia, dan asco las prepotentes imágenes de descabezados, pero da más asco el político vulgar que con corbata y correa de Coco Chanel nos roba más que todos los carteles de la mafia juntos. La primera mafia es la que hace campaña, enarbola un número y nos convence cual borregos inútiles de que el es el salvador del peligro inminente de la extinción de estás especies cojudas felices de su atrofiada evolución.